1Parte final de un ensayo del autor bajo el mismo título, de fecha Enero 1995, tomado como marco de referencia el libro de Guillermo Bonfil Batalla
de México profundo, una civilización negada. Secretaria de Educación Publica, SEP/CIESA, 1987. Pp.23-72, 246
La Indianizacion Del Indio Desindianizado
La
invención
de
la
agricultura
da
inicio
a
la
civilización
mesoamericana.
Entre
los
años
2000
antes
de
nuestra
era
culmina
el
proceso
de
sedentarización
y
comienza
un
nuevo
Sistema
social
de
vida.
La
cultura
madre,
la
olmeca,
se
extiende
diversos
rumbos
y
crean
nuevas
culturas
que
si
bien
son
rasgos
diferentes,
tienen
una
misma
base,
el
hombre,
que
por
encima
de
razas
y
culturas
e
universal.
No
es
de
extrañar
que
es
concepción
de
igualdad
crea
la
civilización
mesoamericana,
que
hoy
es
reconocida
como
una
de
las
pocas
civilizaciones
originales
que
ha
conocido
la
humanidad
a
los
largo
de
toda
su
historia.
Si
nos
detenemos
un
momento
a
pensar,
veremos
que
todas
las
filosofías
y
religiones
están
basadas
en
la
igualdad
del
hombre,
en
la
convivencia
armónica
y
lazos
fraternos
que
emanan
de
su
esencia
misma,
no
importa
cual
concepto
tengamos
de
la
humanidad,
si
el
de
la
creación
o
de
la
evolución.
Si
tomamos
el
primero,
el
de
la
creación,
tenemos
que
admitir
que
somos
hijos
del
primer
hombre,
hecho
a
imagen
y
semejanza
de
un
Creador,
cuyo
hecho
no
permite
siquiera
que
pensemos
en
el
concepto
de
“diferentes”,
que
tendemos
a
confundir
con
el
de
“individualidad”.
Ante
la
leyes
de
la
creación,
todos
somos
iguales,
biológicamente
no
existe
diferencia
entre
un
ser
humano
y
otro
en
la
faz
de
la
tierra.
El
Creador,
no
nos
hizo
autómatas
al
crearnos
iguales,
y
quizás
como
prueba
de
su
intención,
nos
doto
de
huellas
dactilares
diferentes,
que
no
se
repiten
entres
dos
seres
humanos,
y
que
podemos
considerar
como
un
sello
de
nuestra
individualidad.
Si
optamos
por
el
segundo
concepto,
el
de
la
evolución,
no
somos
más
que
otra
especie,
con
características
distintas
(podríamos
llamarlas
culturas)
de
acuerdo
a
cada
una
de
ellas,
que
mantienen
un
equilibrio
de
la
naturaleza
y
una
función
social
de
proporcionar
la
supervivencia
de
todas
las
especies.
No
pretendo
herir
la
sensibilidad
de
nadie
al
comparar
la
raza
humana
con
una
especie
zoológica.
La
comparación
solo
está
hecha
en
sentido
filosófico;
para
traer
a
la
atención,
que
aun
los
animales,
independientemente
de
sus
necesidades
de
supervivencia,
en
lo
que
respecta
a
especies,
al
menos
por
instinto,
tienen
a
preservar
la
continuidad
de
la
misma. Para ello se agrupan y protegen.
Entonces
¿en
que
se
sustenta
nuestro
concepto
de
“diferente”,
de
“ellos”
y
“nosotros”?.
¿De
“superioridad”
e
“inferioridad”?.
Son
conceptos
que
nos
han
sido
inculcados
o
que
nosotros
mismos
nos
lo
hemos
creado.
No
es
hora
ya
que
miremos
la
humanidad
desde
un
punto
de
vista
global
y
en
el
plano
particular
que
nos
ocupa,
veamos
al
indio
con
otra,
conceptualización.
Que
destruyamos
primero
en
nuestras
mentes
y
después,
como
un
proceso
natural,
en
nuestras
acciones,
los
estereotipos
creados
y
comencemos
las
labor
de
“indianizar”
al
indio
desindianizado”.
Hacerlos
y
hacernos
sentir
orgullosos
de
su
cultura
y
civilización
que
ha
sido
una
de
las
más
avanzadas
conocidas
en
la
historia,
en
lugar
de
hacerles
sentir
que
tienen
que
vivir
avergonzados
de
ello.
Promover
la
integración
cultural,
que
a
pesar
de
todos
los
intentos
por
acabarla
se
ha
preservado
por
más
de
medio,
milenio.
No
es
una
tarea
tan
difícil
como
a
primera
vista
pudiera
lucir.
Es
simplemente un cambio de actitud lo que se necesita.
El
proceso
de
la
desindianizacion
se
inició
hace
cinco
siglos
con
la
creación
del
estereotipo
del
indio.
Hemos
dejado
que
ese
monstruo,
el
cual
nos
impida
ver
los
verdaderos
valores
del
indio,
nos
devore.
Bien
sea
de
un
tipo
u
otro,
los
estereotipos
distorsionan
la
realidad
y
se
convierten
en
dioses
o
enemigos.
En
el
caso
que
nos
ocupa,
ha
sido
el
de
un
enemigo
a
quien
se
teme
y
se
pretende
mantener
distante.
Pero
no
nos
damos
cuenta,
que
al
crearlo
o
aceptarlo
es
cuando
nuestra
vulnerabilidad
comienza,
provocada
por
nosotros
mismos.
Es
esa
vulnerabilidad
la
que
al
final
destruye
lo
más
puro
de
nuestros
sentimientos,
originados
de
la
esencia
misma
de
nuestra
propia
existencia.
Tan
pronto
se
admite
la
presencia
del
estereotipo
comienza
a
funcionar
la
“ley
de
la
vulnerabilidad”.
Ya
no
vivimos
o
actuamos
de
acuerdo
a
los
valores
y
grados
de
individualidad.
Ahora
obramos
de
acuerdo
a
los
demás,
al
que
dirán,
al
cómo
nos
afectara
social,
política
o
económicamente
expresar
nuestra
sentimientos
cuando
estos
nos
indica
que
las
cosas
son
diferentes
a
como
imaginabas,
que
las
diferencias
culturales
no
son
diferencias
biologías
que
nos
hacen
dos
clases
de
seres
humanos.
Cuando
caemos
en
esa
trampa,
nos
realizamos
que
nos
ponemos
nosotros
mismos
en
un
grado
de
inferioridad
con
respecto
a
otros.
Porque
donde
hay
“supra”
tiene
que
haber
“infra”.
Si
admitimos
que
somos
superiores
a
alguien,
también
tenemos
que
admitir
que
somos
inferiores
a
alguien.
¿Y
quién
está
dispuesto
a
aceptar
esa
realidad?
Ahí
es
cuando
invocamos
el
concepto
de
igualdad,
pero
solo
en
ese
momento
en
que
nos
afecta
o
nos
perjudica.
Lo
usamos
como
un
mecanismo
de
defensa,
olvidándonos
de
nuestra actitud de injusticia social, cuando o platicamos con otros.
La
indializacion
del
indio
tiene
que
comenzar
con
la
destrucción
del
estereotipo.
Abrir
las
posibilidades
de
entender
diferentes
formas
de
vida.
Vivir
la
vida
u
la
cultura
de
una
comunidad
india
como
hacen
los
antropólogos,
sentir
sus
problemas
y
disfrutar
de
sus
alegrías.
En
la
convivencia
está
el
conocimiento
de
los
valores
humanos,
de
las
tradiciones
y
estilos
de
vida,
de
costumbres
que
por
diferir
de
las
nuestras
no
dejan
de
tener
practicidad
y
por
lo
menos,
sentido
común.
Estoy
seguro,
que
cualquiera
que
lleve
a
cabo
esta
prueba,
no
solo
vera
al
indio
de
una
forma
distinta;
sino
que
adquirirá
un
gran
caudal
de
conocimientos.
¿Por
qué
no
comenzar
ya?,
¿Por
qué
no
tratar
de
revertir
ese
estereotipo
negativo
y
comenzar
a
“indianizar”
en
la
mente del indio verdadero?
Uno
de
los
grandes
logros
de
la
cultura
mesoamericana,
principalmente
de
la
cultura
maya,
fue
el
gran
conocimiento
de
cosmología,
la
concepción
de
la
naturaleza
y
la
ubicación
del
hombre
cosmos.
Hoy
en
un
día
la
tecnología
que
nos
ha
puesto
en
contacto
con
una
nueva
dimensión
que
hasta
muy
recientemente
era
solamente
sueños
y
fantasías
románticas.
Desde
que
el
hombre
viajo
al
espacio
y
puso
sus
pies
en
la
luna,
los
avances
en
el
conocimiento
del
cosmos
se
han
ampliado
notablemente,
con
nuevos
descubrimientos
y
confirmación
de
teorías
establecidas
a
través
de
la
historia.
Los
indios,
y
en
este
caso
nos
referimos
específicamente
a
los
mayas
por
ser
el
caso
de
estudio,
lograron
un
conocimiento
profundo
del
cosmos
que
el
hombre
moderno
aún
no
ha
podido
descifrar
de
haber
destruido
gran
parte
de
su
historia
escrita,
pero
no
por ello deja de admirar.
Hoy
sufrimos
las
consecuencias
de
nuestra
ignorancia
o
indiferencia
en
nombre
del
progreso,
de
la
importancia
de
la
naturaleza
para
mantener
una
relación
armónica
con
el
orden
del
cosmos.
La
deforestación
desmedida
ha
creado
un
desbalance
en
las
condiciones
atmosféricas,
provocando
grandes
sequias
unas
veces
e
inundaciones
otras,
que
han
destruido
grandes
riquezas
de
flora
y
fauna.
La
industrialización
ha
provocado
la
contaminación
de
ríos
y
costas
dado
lugar
a
la
desaparición
de
especies
de
peces
y
fauna
marina.
Todo
ello
no
solo
pone
en
peligro
nuestras
fuentes
de
subsistencia,
sino
la
disponibilidad
del
agua
potable, indispensable para nuestra supervivencia.
Los
indios
mesoamericanos
crearon
grandes
centros
urbanos,
religiosos
y
habitables,
desarrollaron
una
agricultura
que
no
solo
era
suficientes
para
la
subsistencia
sino
que
creaba
excedentes
para
comerciar
y
obtener
otros
productos
de
los
cuales
carecían.
Pero
la
naturaleza
era
sagrada,
no
era
vista
como
enemiga,
como
en
nuestra
civilización
occidental,
que
asume
que
la
realización
plena
del
hombre
se
alcanza
a
medida
que
más
se
separe
de
la
naturaleza,
Es
necesario
que
no
se
considere
por
más
tiempo,
pues
con
su
trabajo
duro
y
poco
remunerado,
mantienen
nuestra
existencia.
Todos
necesitamos
unos
de
otros
para
sobrevivir.
Nadie
es
más
ni
nadie
es
menos.
Todos
tenemos
responsabilidades
para
mantener
una
realización
armónica
con el resto de la naturaleza, que es la base para la disfrute de las bellezas y riquezas de nuestro planeta.
La
familia
es
la
base
de
nuestras
sociedades,
pero
a
diario
leemos
y
oímos
que
está
en
crisis.
La
desintegración
de
la
familia
cada
día
es
mayor
y
las
consecuencias
peores.
A
medida
que
nuestra
civilización
avanza
en
materia
de
producción,
tecnología
y
conocimientos,
se
retrocede
en
lo
básico,
y
se
produce
la
erosión
de
la
piedra
angular
que
sostiene
nuestras
sociedades.
Sería
conveniente
conocer
más
de
la
vida
familiar
de
los
indios
y
meditar
sobre
como
la
desindianizacion
puede
haber
contribuido
al
deterioro
que
hoy
nos
lamentamos.
Los
valores
y
costumbres
practicadas
por
los
indios,
producen
los
efectos
que
deseamos
encontrar.
¿Porque
no
estudiarlos
y
tratar
de
poner
en
practica
aquellos
elementos
que
hemos
abandonado
y
que
son
los
que
preservan
la
unión
e
integridad
de
la
familia
india?
¿Porque
no
indianizar
al
menos
parte
de
nuestras
costumbres
socio-familiares?
Ello
no
significa
que
vayamos
a
regresar
a
la
época
de
las
cavernas
o
que
tengamos
que
renunciar
a
nada
de
lo
logrado.
Son
solamente
normas
de
convivencia
que
individualmente
podemos
adoptar
en
la
medida
que
consideramos
aplicables.
Como
consecuencia
natural,
estaríamos
creando
las
condiciones
para
una
mejor
convivencia
social
entre
los
miembros
de
nuestras
sociedades,
mediante
una
mayor
participación
en
el
trabajo
colectivo
y
cooperativo.
Para
los
indios
ello
conlleva
un
contenido
de
fiesta
y
refuerza
la
solidaridad
en
el
seno
de
los
diversos
grupos.
El
trabajo
comunal
es
una
obligación
que
está
implícita
en
el
hecho
mismo
de
formar
parte
de
la
comunidad.
Si
siguiéramos
ese
ejemplo
más
frecuentemente
y
ampliamente,
las
comunidades
podrían
beneficiarse
en
la
realización
de
proyectos, de acuerdo a prioridades que decidan las comunidades mismas.
La
filosofía
y
estructura
política
de
los
indios
pudiera
definirse
de
la
siguiente
forma.
La
autoridad
en
los
pueblos
indios
va
unida
al
prestigio
social.
Y
este
se
adquiere
a
lo
largo
de
la
vida
mediante
la
demostración
de
la
capacidad
de
servicio
a
la
comunidad.
En
el
ámbito
de
la
vida
pública,
el
servicio
a
la
comunidad
se
realiza
a
través
de
la
participación
en
el
sistema
de
cargos.
En
todos
los
grupos
existe
un
conjunto
jerarquizado
de
cargos
públicos
que
constituye
el
gobierno
comunal.
Esto
no
tiene
ninguna
diferencia
en
el
sistema
de
elección
y
gobierno
de
las
democracias
representativas
de
nuestras
sociedades
occidentales,
lo
que
si
indica
es,
que
los
indios
desde
hace
miles
de
años
vienen
practicando
lo
que
hoy
consideramos
los
más
altos
valores
cívicos
y
patrióticos
de
nuestra
cultura.
Entonces
no
es
necesario
desindianizar
al
indio
para
incorporarlo
a
una
cultura
distinta.
Lo
que
es
necesario
es
crearle
zonas
autónomas
donde
su
sociedad
pueda
evolucionar
y
funcionar
dentro
del
contexto
de
su
cultura.
Autonomía
no
significa
separación
del
resto
de
la
sociedad
política
y/o
geográfica,
sino
todo
lo
contrario,
integración
con
todos
los
deberes
y
derechos
dentro
del
país
como
un
todo.
En
nuestros
sistemas
políticos,
los
poderes
administrativo,
legislativo
y
judicial
tienen
su
autonomía
y
al
mismo
tiempo
son
la
base
de
nuestras
democracias.
Existen
instituciones
autónomas
que
funcionan
dentro
de
la
administración
del
país
sin
crear
ningún
caos.
En
algunos
países
existen
reservaciones
indias
que
internamente
se
gobiernan
de
acuerdo
a
sus
tradiciones,
manteniendo
su
autonomía.
No
sería
posible,
viable
e
inteligente
explorar
esa
alternativa
y
llevar
a
los
indios
mesoamericanos
a
donde
estaban
500
años
atrás,
y
no
precisamente
a
su
“atraso”
que
no
fue
más
que
un
estereotipo
creado
para
dominarlo,
sino
a
continuar
sus
adelantos,
su
evolución
que
fue
detenida
en
ese
momento
de
la
historia?
Esto
resultaría
de
beneficio
para
todos
y
propiciaría
el
marco
para
una
convivencia
armónica
que
no
se
logrará
mientras
se
mantengan
los
falsos
conceptos
de
“mejores”
y
“peores”;
“ellos”
y
“nosotros”
y
se
continúe
tratando
de
“actualizar”
a
una
cultura
que
se
resiste
porque
está
basada
en
distintos
valores,
pero
que
no
es
un
peligro
o
una
amenaza
a
la
cultura
o
sociedad
actual.
Seria
propiciar
y
admitir un pluralismo, el fundamento de la verdadera democracia.
No
podemos
hablar
de
libertad
si
en
ese
término
no
está
incluida
la
libertad
de
credos.
Uno
de
los
derechos
inalienables
del
hombre
es
el
respeto
a
sus
creencias
religiosas.
Todas
las
civilizaciones
creen
en
la
obra
de
un
Creador
del
universo
de
la
cual
nuestro
planeta
no
es
más
que
una
pieza
que
juega
una
función
armónica
con
el
todo.
Para
los
indios
el
mundo
sobrenatural
desempeña
en
esa
cosmovisión
un
papel
de
primerísima
importancia.
Resulta
difícil
comprender
muchas
características
fundamentales
de
las
culturas
mesoamericanas
si
no
se
toma
en
cuenta
una
de
sus
dimensiones
más
profundas:
la
concepción
de
la
naturaleza
y
la
ubicación
que
se
le
da
al
hombre
en
los
cosmos.
Para
los
indios,
es
obedeciendo
los
principios
del
orden
universal
como
el
hombre
realiza
y
cumple
su
destino
La
religiosidad
del
indio
mesoamericano
hay
que verla dentro de ese contexto.
Religión
es
un
acto
de
fe,
pero
todas
de
un
mismo
origen:
nuestra
relación
con
lo
divino.
Eso
adquiere
distintas
formas
de
expresión
de
acuerdo
a
cada
cultura,
unas
politeístas
y
otras
monoteístas.
Es
contraproducente
que
en
nombre
de
una
religiosidad
que
busca
la
perfección
del
hombre
para
que
pueda
alcanzar
la
participación
y
felicidad
en
una
vida
eterna
después
de
su
muerte,
desconozca
su
imperfección
en
el
plano
material
y
real
en
que
vivimos
y
trate
de
convertirse
en
juez
y
ejecutor
de
una
justicia
divina.
Resulta
paradójico
que
invocando
es
superioridad
de
delegación
divina,
se
haya
exterminado
y
se
siga
exterminando
una
gran
parte
de
la
humanidad.
Una
cosa
es
transmitir
ideas
religiosas
y
tratar
de
conseguir
adeptos,
y
otra
es
imponerlas.
Si
el
creador
hubiera
deseado
eso,
no
nos
hubiera
dotado
de
inteligencia
y
permitido
que
desarrolláramos
el
sentido
de
la
individualidad
y
la
conciencia.
Bajo
ningún
hombre
ni
circunstancia,
en
nombre
de
su
fe,
ningún
humano
puede
atribuirse
una
función
de
aplicar
la
justicia
divina,
que
no
le
corresponde.
La
religiosidad
de
los
indios,
si
se
quiere
es
una
más,
pero
también
con
derecho
a
existir,
a
ser
dueños
de
sus
propios
destinos,
que
incluyen
los
de
una
vida
futura,
independientemente
de
si
creen
o
no
que
exista
y
la
forma
de
concebirla.
Los
indios
no
tienen
por
qué
practicar
su
religión
y
sus
ritos
en
la
oscuridad,
en
la
clandestinidad,
como
si
fueran
delincuentes.
En
el
mundo
“civilizado”
en
que
decimos
vivir,
tiene
que
haber
cabida
y
respeto
también
para
sus
creencias,
como
reclamamos
para
las
nuestras
cuando
nos
son
negadas.
¿Porque
para
“nosotros”
si,
pero
no
para
“ellos”?
¿Por
qué
“mi”
fe
es
el
único
medio
de
alcanzar
la
felicidad
y
vida
eterna,
si
solamente
es
“mi”
fe?.
Cabe
preguntarse
¿si
imponiéndola
a
los
demás
al
extremo
de
exterminarlos cuando no lo aceptan, no se está poniendo en peligro para la salvación propia?
Para
finalizar
este
trabajo
es
necesario
puntualizar
que
el
mismo
está
basado
en
principios
humanos
y
que
el
autor
no
sigue
o
representa
ninguna
ideología
filosófica,
religiosa
o
política.
Que
solamente
es
una
reflexión
de
la
historia
y
vida
actual
de
los
indios
mesoamericanos
que
han
sido
el
tema
de
estudio
durante
el
semestre
próximo
a
terminar.
Los
conceptos
expresados,
aunque
referidos
a
los
indios
y
particularmente
a
los
indios
mesoamericanos
por
los
motivos
antes
citados,
aplican
a
muchos
otros
casos
de
civilizaciones
y
culturas
en
otras
partes
del
mundo.
El
punto
focal
es
el
de
la
igualdad
y
la
convivencia
humana,
que
es
universal.
La
convivencia
y
pluralismo
cultural
no
es
utópico
que
no
pueda
lograrse
ya
que
ha
existido
siempre
y
sigue
existiendo
en
nuestro
mundo
actual.
Esta
convicción
está
inspirada
en
la
observación
personal
en
lugares
existentes
en
Hawái,
en
el
Centro
Cultural
Polinesio,
puede
observarse
una
muestra
de
esa
integración
cultural
en
la
representación
de
las
costumbres
de
cada
una
de
las
islas
que
componen
ese
gran
archipiélago.
A
pesar
de
su
diversidad
siguen
constituyendo
un
solo
núcleo
cultural;
igual
que
lo
que
una
vez
fue
la
cultura
mesoamericana,
hoy
dispersa
e
ignorada.
Un
ejemplo
de
la
convivencia
religiosa
lo
tenemos
en
el
Estado
de
Pennsylvania
en
los
Estados
Unidos
en
lo
que
es
conocido
como
territorio
de
los
Amish,
una
secta
de
Menonitas
originada
en
Suiza
en
1620
que
ha
poblado
esa
región
por
largo
tiempo.
Lo
peculiar
de
esta
cultura
es
que
mantiene
sus
valores
y
costumbres
al
estilo
de
su
fundación
en
el
siglo
XVII.
Como
los
indios
mesoamericanos,
la
agricultura
es
el
centro
de
su
vida,
y
aunque
han
adoptado
algunas
técnicas
modernas,
aun
no
usan
la
electricidad
y
sus
formas
de
vestir
y
vivir
son
las
mismas
de
aquella
época.
No
viven
aislados,
si
no
en
contacto
continuo
con
la
civilización
actual
y
culturas
diferentes
que
les
rodean,
y
con
las
cuales
interactúan.
Con
orgullo
muestran
su
sistema
de
vida,
y
que
es
una
atracción
turística,
pero
no
permiten
que
ello
perturbe
sus
faenas
y
actividades
religiosas.
Si
en
el
orden
personal
algunos
pueden
considerarlos
“atrasados”
o
“incivilizados”,
son
respetados
y
admirados
por
sus
principios
y
valores;
aunque
distintos
de
la
mayoría
de
las
personas
que
los
visitan.
Existe
una
diferencia
con
la
civilización
y
cultura
mesoamericana,
esa
diferencia
es,
que
los
Amish
han
podido
mantener
y
preservar
su
cultura
con
respeto
y
dignidad
mientras
que
la
de
los
indios
mesoamericanos
se
ha
tratado
de
extinguirla
y
humillarla.
En
el
orden
territorial,
existen
en
otros
países
zonas
geográficas
autónomas
denominadas
reservaciones
indígenas,
donde
los
indios
mantienen
su
cultura
y
costumbres,
su
forma
de
gobierno
comunal
y
sus
prácticas
religiosas
sin
que
por
ello
se
afecte
la
soberanía
nacional.
El
que
se
creara
una
nueva
Mesoamérica
aun
dentro
de
las
limitaciones
y
realidades
que
ha
impuesto
la
historia,
que
no
podemos
desconocer,
podría
considerarse
un
sueño
utópico,
pero
es
el
sueño
del
indio
mesoamericano,
que
por
cinco
siglos
ha
esperado
verlo
convertido
en
realidad,
y
que yo quiero creer es realizable.
Para
concluir,
transcribo
literalmente
las
palabras
finales
de
Bonfil
Batalla,
con
las
que
me
solidarizo:
“Si
en
alguna
medida
estas
páginas
estimulan
al
lector
a
la
reflexión
sobre
estos
problemas
(este
o
no
de
acuerdo
con
lo
aquí
planteado)
habrá
cumplido
el
propósito
con
que
fueron
escritas”.
M.A.M.Ch.Merida,
Yucatán,
Enero de 1995.
La Indianizacion Del Indio
Desindianizado
Por: Modesto Armando Mendoza Chavez